MANIFIESTO DE CARACAS POR LA PAZ, LA SOBERANÍA Y LA PROSPERIDAD DE NUESTRA AMÉRICA


PRESENTACIÓN

La construcción de una política emancipadora que amalgame voluntades en torno a propósitos comunes siempre ha sido una titánica e imprescindible tarea en las luchas de los pueblos. En la historia de Nuestra América son ampliamente recogidos los ingentes esfuerzos que en función de la unidad realizó el Libertador Simón Bolívar en siglo XIX, los cuales cristalizaron en la independencia de varias naciones, un ideario transformador que aún inspira a las generaciones presentes y en un planteamiento de unidad continental que tuvo su síntesis en el Congreso Anfictiónico de Panamá como perspectiva estratégica hacia la que deben converger los pueblos que luchan por su libertad.

En el siglo XXI en un contexto geopolítico marcado por la ofensiva del imperialismo estadounidense por mantener su supremacía, en Venezuela epicentro de grandes luchas anti-imperialistas, la unidad se constituye en un imperativo para quienes sueñan con la redención humana en el marco de un futuro socialista. Hoy, ante la urgente necesidad de un nuevo modelo de convivencia humana, la unidad no es una opción, la unidad es imprescindible para que florezca lo nuevo. Así lo comprenden la diversidad de partidos políticos y movimientos sociales venezolanos participantes del Foro de Sao Paulo (FSP).

La Sub-Comisión Política, creada para coadyuvar a la organización de la XXV edición del FSP a realizarse en la ciudad de Caracas del 25 al 28 de julio de 2019, ha sido el espacio para esa profunda y dilatada discusión que reconoce en la pluralidad y el disenso una fortaleza democrática en el marco de la unidad programática. El fruto de largas jornadas de intensos debates ha sido un documento que expresa una caracterización compartida de la situación internacional, un bosquejo del momento geopolítico que vive el continente, un análisis del proceso revolucionario venezolano así como de su importancia para la América Latina y el Caribe, y también una propuesta de agenda de lucha para el FSP.

En otras palabras, este documento titulado “Manifiesto de Caracas por la Paz, la Soberanía y la Prosperidad de Nuestra América” es un planteamiento que recoge el análisis, anhelos y los propósitos consensuados por los partidos políticos que desde Venezuela sueñan con la Patria Grande y el Socialismo. Se trata de una elaboración colectiva, la convergencia de distintas corrientes del pensamiento que enarbolan esperanzas compartidas, una contribución al FSP para la discusión de sus objetivos estratégicos y una propuesta de unidad en función de un futuro alternativo frente al
fracaso del modelo civilizatorio propio del capitalismo.

Desde la Sub-Comisión Política junto a los partidos políticos que suscriben el Manifiesto de Caracas hacemos votos por la unidad de los pueblos, y tal como lo expresa la canción patria de la República Bolivariana de Venezuela, exhortamos al FSP “Seguid el Ejemplo que Caracas Dio”.

Julio Chávez
Coordinador de la Sub-Comisión Política
Fernando Rivero
Secretario de la Sub-Comisión Política


MANIFIESTO DE CARACAS POR LA PAZ, LA SOBERANÍA Y LA PROSPERIDAD DE
NUESTRA AMÉRICA

Nosotros, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Partido Comunista de Venezuela (PCV), Partido Patria para Todos (PPT), Movimiento Electoral del Pueblo(MEP), Movimiento Político Alianza para el Cambio (APC), Organización Renovadora Auténtica (ORA), Unidad Popular Venezolana (UPV), Movimiento Somos Venezuela (MSV), Partido Por la Democracia Social (Podemos), Movimiento Revolucionario Tupamaro (MRT), partidos políticos patriotas, antimperialistas, progresistas, de izquierda y revolucionarios que impulsamos el proceso de revolución bolivariana en la República Bolivariana de Venezuela presentamos, en el marco de la XXV edición del Foro de Sao Paulo, este Manifiesto que recoge nuestras consensuadas valoraciones sobre la coyuntura internacional y regional que plantea exigencias al Foro de Sao Paulo ante el ancestral, desafiante y cada vez más necesario objetivo que tienen sus miembros de lograr un mundo liberado de la dominación capitalista, pleno de paz con justicia social y bienestar colectivo e individual.

CONTEXTO GEOPOLÍTICO MUNDIAL.

La internacionalización del capital se expande en un proceso creciente de monopolización transnacional de la economía mundial, tal cual corresponde al carácter imperialista de la actual fase del capitalismo, en el marco de una complejidad geopolítica marcada por tensiones, conflictos y guerras. Hoy se observa la disputa y crisis de hegemonía de las potencias imperialista norteamericana y europeas, ante el fortalecimiento de un mundo pluripolar y multicéntrico. A esta dinámica geopolítica subyacen yuxtapuestas, por una parte, la resistencia de las clases trabajadoras y, en general, los pueblos que luchan por su emancipación frente a las tramas de opresión, dominación y explotación inherentes al modo de producción capitalista. Por otra, las pugnas inter-imperialistas que a su vez plantean cambios en función de sus respectivos intereses. Por último, potencias emergentes que pujan por obtener una mayor influencia en el ámbito internacional y por el respeto a su soberanía con lo cual contribuyen a frenar las pretensiones imperialistas.

En este contexto, desde el gran capital se replantean las formas de viabilizar el modelo y reestructuran su correlación de fuerzas en función de su mantenimiento. En efecto, a tono con el intento de los sectores más reaccionarios por frenar las luchas de las clases trabajadoras de la ciudad y el campo, el fascismo recobra terreno como una “alternativa” para imponer el neoliberalismo, cuestión a la que no escapa Nuestra América.

En consecuencia, se afronta una crisis civilizatoria que afecta integralmente a la humanidad. Esto responde a la necesidad del capitalismo a recomponerse en un mundo que cada día cobra más conciencia del fracaso de este modelo de acumulación, del desigual e injusto orden internacional, de la explotación consustancial a la política económica al servicio del gran capital transnacional, de los enfrentamientos comerciales y político-militares concebidos para su imposición. Se trata de un mundo que avanza en una creciente comprensión de la necesidad de demandar una transformación revolucionaria.

La nueva dinámica internacional actual denota ya elementos de una correlación de fuerzas distinta. La disputa por la hegemonía global contiene una definición geoestratégica que conlleva al imperialismo estadounidense a adecuar sus planes en función de mantener su supremacía total, incluso apelando al proteccionismo en la guerra comercial contra otras potencias. El afán por mantener su dominación afianza la crisis del modo de producción capitalista, se profundiza con su impronta guerrerista que tiene su máxima expresión en los sucesivos gobiernos estadounidenses y particularmente, en el incremento exponencial del presupuesto militar de la actual administración de Donald Trump.

Al mismo tiempo, el fortalecimiento económico-político del BRICS (a pesar de las posiciones asumidas por el actual gobierno de Brasil), los planes de China con su megaproyecto de la Ruta y la Franja de la Seda, el renacimiento de Rusia como potencia político-militar de alcance planetario y el aún incipiente replanteamiento del sistema económico-financiero mundial, entre otros aspectos, anuncian ya una vorágine de contradicciones económicas y tensiones geopolíticas que inevitablemente impactan a Nuestra América e incluso por momentos la sitúa como su epicentro.
Este entramado de contradicciones antagónicas determina la necesidad que tienen los pueblos de enfrentar al imperialismo, particularmente al norteamericano, en todos los terrenos y utilizando todas las formas de lucha de masas. Igualmente, es necesario acumular la fuerza capaz de contener el avance de sus planes de dominación, sus acciones guerreristas, la recolonización de países y el control de áreas geoestratégicas ricas en materias primas y reservorios energéticos, agua dulce y biodiversidad, rutas estratégicas de comercio y por su importancia para el dominio de los mercados
internacionales.

APROXIMACIÓN AL CONTEXTO GEOPOLÍTICO DEL CONTINENTE.

En América Latina y el Caribe se expresan estas tensiones. Su presente está marcado por un plan diseñado por el imperialismo y ejecutado Casa Blanca orientado a retomar el control del continente. Desde el Golpe de Estado y el sabotaje petrolero de 2002 y 2003 contra el Presidente Hugo Chávez, posteriormente con el derrocamiento del legítimo gobierno de Honduras en 2009, se ha implementado una estrategia para revertir los procesos de cambios progresistas en Latinoamérica y el Caribe que impactan al mundo, lo cual pasa por derrocar a los gobiernos que levantan las banderas de la independencia, ejercen la soberanía en el manejo de sus recursos naturales y defienden la autodeterminación de los pueblos, asumiendo una ruta para el desarrollo en dirección opuesta a los recetarios neoliberales que apuntala Washington.

Sin dudas, la referida estrategia de recolonizar el continente se inscribe en un plan de dominación global que supone evitar la unidad de los pueblos de América Latina y el Caribe impulsada por el Ideario Bolivariano, apropiarse de sus recursos naturales, cerrar los mercados de la región a las potencias emergentes y romper las relaciones económicas, comerciales, políticas, culturales, diplomáticas y militares que hoy se vienen gestando entre Nuestra América y potencias como China, Rusia, Turquía, India e Irán, entre otras.

Sin embargo, lo que más preocupa a las grandes corporaciones transnacionales y sus élites dirigentes es el desafío anti-imperialista y su perspectiva antisistémica que hoy tiene su máxima expresión en los gobiernos progresistas y revolucionarios del continente. Esto explica la virulenta agresión que hoy sufren principalmente Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia. El plan está anunciado, se inspiran en la Doctrina Monroe y exclaman que todas las opciones están sobre la mesa, incluida el uso de la fuerza militar.

La estadounidense “Ley para la Defensa de los derechos Humanos y la Sociedad Civil” de 2014 así como el “Decreto que Declara a Venezuela como una Amenaza Extraordinaria e Inusual a la Seguridad del Estados Unidos” del año 2015, se inscriben en una campaña continental, que luego con Trump se redimensionó reiterando la Doctrina Monroe, para imponer el neoliberalismo y en consecuencia, el saqueo de las riquezas de la región a partir de su balcanización. Esto supone, como ya lo han anunciado desde la Casa Blanca, una amplia gama de mecanismos como invasiones militares, intervenciones “humanitarias”, utilización de mercenarios (proxy war), golpes de Estado (militares, parlamentarios, judiciales), medidas coercitivas unilaterales, magnicidios, entre otras..

En función de tales fines, la implementación de la fuerza militar no está descartada eneste diseño estratégico inscrito en la concepción de la “Guerra No Convencional”. Los planes de guerra se expresan en el fortalecimiento militar de Estados Unidos en Colombia, la adhesión de ese país a la OTAN, la futura reactivación de la Base de Manta e instalación de otra en Islas Galápagos (Ecuador), la proyectada creación de la base aeroespacial estadounidense en Alcántara (Brasil), la concentración de Fuerzas Especiales de Estados Unidos en Puerto Rico, diversos ejercicios militares combinados
de distintos países encabezados por el Pentágono, la pretendida reedición del TIAR y por supuesto, en una retórica plagada de amenazas de agresión militar que son contrarias a los principios fundamentales del Derecho Internacional Público.

El imperialismo estadounidense recuperó la iniciativa injerencista en la región y ha pasado a la ofensiva. Los errores, incongruencias éticas y desviaciones cometidos por los gobiernos revolucionarios o progresistas, partidos de izquierda y movimiento sociales, ha permitido el avance de la política imperialista, razón por la cual el momento requiere una profunda y urgente valoración crítica y autocrítica para extraer las correspondientes enseñanzas y realizar las necesarias rectificaciones. Por consiguiente, se hace imperioso valorar en su justa dimensión su impacto negativo sobre la gestión de gobierno, la soberanía y derechos de los pueblos, lo cual ha creado condiciones para la activación continental de una agresiva campaña intervencionista del imperialismo estadounidense, apoyada en las burguesías locales y las corrientes políticas más reaccionarias. Esto ha ocasionado un sensible cambio en la correlación de fuerzas a lo interno de varios países, generó la subsecuente parálisis de los mecanismos alternativos y solidarios de integración, creó condiciones para el surgimiento de alianzas conservadoras que conciertan decisiones para someter a los pueblos y permitir la presencia de la OTAN en suramérica.

VENEZUELA EN LA GEOPOLÍTICA ACTUAL.

Sin temor a equivocarnos, contra Venezuela se ejecuta un plan integral, multifacético, de guerra no convencional, que pretende consolidar y ampliar a partir de nuestro país una estrategia dirigida a ejercer el control total de la Amazonía y el arco energético andino, convirtiendo a Latinoamérica y el Caribe en retaguardia estratégica del imperialismo estadounidense en su objetivo de mantener la hegemonía mundial.

En efecto, la imposición del proyecto recolonizador norteamericano en Venezuela es imprescindible para la reconquista del sur y la continuación de un plan que tuvo como momentos estelares el Golpe de Estado contra Dilma Rousseff, el revés electoral sufrido por el peronismo en Argentina, la suspensión de Venezuela del MERCOSUR, la judicialización de Luis Ignacio Lula DaSilva, la captura del Gobierno del Ecuador, el retorno del Uribismo a la Casa de Nariño, el ingreso de Colombia a la OTAN, la aplicación del capítulo III de la Ley Helms-Burton contra Cuba y la reciente derrota político-electoral del Farabundo Martí para Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador.

En Venezuela colisionan la imperialista Doctrina Monroe frente al Ideario Bolivariano de unidad latinoamericana-caribeña, el neocolonialismo y la independencia, la sumisión y la dignidad, el neoliberalismo y el progresismo revolucionario, la guerra y la paz. Venezuela es el centro de gravedad de la geopolítica de la América Latina y el Caribe. Sin dudas, el diseño hemisférico estadounidense requiere sepultar la utopía bolivariana evitando la posibilidad del florecimiento a futuro del socialismo. Este es el objetivo confeso expresado por Elliot Abrams ante el Senado de Estados Unidos en 2019.

En efecto, con el afianzamiento de la Revolución Bolivariana emergieron múltiples gobiernos progresistas, a la par que se fortalecieron los movimientos sociales y partidos de izquierda y revolucionarios en el continente. En ese momento surgieron mecanismos de integración regional (ALBA-TCP, PETROCARIBE, UNASUR, CELAC y TELESUR) como pasos hacia la unidad de los pueblos y dique de contención a la política exterior de Estados Unidos. Derrotar la Revolución Bolivariana era imposible sin tomar previamente otros países y cercar la fuerza política pivote de los diversos procesos emancipatorios de la región.

Venezuela es el epicentro de una gran disputa geo-estratégica de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, en contubernio con las élites dominantes y sus partidos políticos de derecha. El asalto contra el país es el paso más importante para recomponer la hegemonía estadounidense en el continente. Cabe resaltar, que los ataques contra Venezuela son parte de una campaña mucho más agresiva que intenta revertir los cambios impulsados por el Comandante Hugo Chávez Frías pero que se extenderá con ferocidad por el resto de los países atacando a todas las fuerzas patrióticas, democráticas, progresistas, populares, de izquierda y revolucionarias que coincidimos en la lucha antiimperialista, por la liberación nacional, la soberanía, el desarrollo independiente y el socialismo.

La trascendencia de la patria de Bolívar se deriva de su subversivo ejemplo de dignidad, de su irreverencia ante la restauración conservadora en el continente, su indeclinable postura antiimperialista y por supuesto, sus grandes riquezas naturales apetecidas por diversas potencias del mundo. Desde esta perspectiva se implementa un plan para derrocar al Gobierno Bolivariano como primer paso para exterminar al chavismo, demás corrientes antiimperialistas, acabar con sus organizaciones partidistas, golpear a los movimientos sociales y a las expresiones organizadas del Poder Popular, para imponer un gobierno reaccionario al servicio del saqueo de las riquezas nacionales y la liquidación de las conquistas sociales, económicas, políticas y culturales alcanzadas por el pueblo.

En función de preservar el Estado-Nación venezolano, la democracia participativaprotagónica y evitar la guerra civil, en el 2017 el pueblo venezolano eligió de forma libérrima una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) capaz de preservar la paz en el país y con ello, la estabilidad de la región. La ANC como derivación del Poder Originario sintetizó la derrota de la salida violenta implementada contra el gobierno venezolano, asestó un revés al neocolonialismo y por ende, se erige como una institución defensora de la soberanía.

En otras palabras, el asalto contra Venezuela es un ataque contra un proceso político basado en la diversidad de movimientos sociales y partidos políticos que de forma unitaria apuntalan la independencia y propugnan el socialismo. El ataque contra el país es el atentado contra una insurgente concepción democrática que ya tiene en el proceso de construcción del Poder Popular un referente mundial para una nueva forma de hacer política. Se trata de exterminar una subversiva experiencia democrática que se mantiene, pese a los errores y contradicciones, gracias al liderazgo histórico de Hugo Chávez y a un pueblo consciente que ha refrendado la Revolución Bolivariana con 23 victorias en 25 elecciones desarrolladas desde 1998.

Ante esta fortaleza democrática, la política exterior estadounidense y sus aliados utilizan la Secretaría General de la OEA para atentar contra la soberanía, atacar a la Asamblea Nacional Constituyente, fustigar la administración de justicia impartida por el Tribunal Supremo de Justicia, desconocer el Consejo Nacional Electoral cuando los resultados no les favorecen, criticar el Ministerio Público, cuestionar la legitimidad del Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro e imponer el bloqueo con el objeto de cambiar la realidad política venezolana.

Ahora, en un nuevo intento por deslegitimar el proceso revolucionario bolivariano y justificar nuevas agresiones, posicionan la matriz de la violación de los DD.HH. por parte del Estado venezolano. En ese sentido, a tono con la política exterior del gobierno estadounidense la Alta Comisionada Michelle Bachelet recientemente elaboró un desequilibrado y nada imparcial informe sobre la materia que deja la mesa servida para aplicar la injerencista “Doctrina de la Responsabilidad de Proteger”, juzgar a altos funcionarios venezolanos ante la Corte Penal Internacional e incluso la posibilidad de implementar la fuerza contra el país.

En otras palabras, desde la derecha se desconocen a las instituciones democráticas de la República Bolivariana de Venezuela, pretenden socavar la independencia de la Nación y por consiguiente, piden que el gobierno de los Estados Unidos con sus tropas invada a la Patria de Simón Bolívar y Hugo Chávez. Incluso, utilizando el mismo esquema que emplearon en Libia e Irak, diputados venezolanos han aprobado un inconstitucional “estatuto de transición” que no es otra cosa que la liquidación total y absoluta del Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, concebido como letra pétrea de nuestro carta magna. Esas fuerzas de derecha buscan convertir a Venezuela en una neo-colonia e implantar una dictadura de corte fascista.

En consecuencia, defender a Venezuela es defender a Nuestra América, evitar una agresión militar en su contra es erradicar la posibilidad de la guerra en el continente. Exigir el levantamiento de las medidas coercitivas unilaterales es preservar la soberanía, la coexistencia pacífica en la región y fortalecer el derecho a la autodeterminación de los pueblos. La victoria de la paz en Venezuela será el triunfo de la soberanía regional ante la pretendida extraterritorialidad de la legislación injerencista estadounidense.

Por las razones expuestas, en criterio de los partidos políticos de la delegación de Venezuela, ante la arremetida imperialista yankee, se impone repensar el FSP, redimensionar su enfoque estratégico, adecuarlo a los nuevos desafíos y relanzar sus planteamientos recogiendo la diversidad de anhelos, propuestas y luchas que inspiran su accionar. Desde esta perspectiva, siendo consecuentes con el carácter unitario del FSP, se hace necesaria la defensa de la Revolución Bolivariana y de los gobiernos antiimperialistas de la región, así como el acompañamiento decidido de las distintas luchas
que libran los pueblos, la clase trabajadora, los partidos políticos y los movimientos sociales que expresen en su accionar los principios y programa anti-imperialista del FSP.

Esto supone la formulación de una agenda de acción común fundada en las legítimas demandas de nuestros pueblos y sus organizaciones, potenciadas por la diplomacia de los pueblos y gobiernos, que debe tener como ejes centrales de su plataforma de lucha los siguientes objetivos:


OBJETIVOS ESTRATÉGICOS.

  1. Impulsar una nueva correlación de fuerzas en el continente, capaz de conformar un bloque político que preserve los espacios de poder conquistados y derrote la política del imperialismo en América Latina y el Caribe.
  2. Elaborar y poner en marcha un plan de lucha común a escala continental, articulado entre los partidos progresistas, revolucionarios y en general, de izquierda y los movimientos sociales, que tengan como eje las luchas reivindicativas, políticas y culturales de los pueblos, y la solidaridad con la Revolución Bolivariana y con todas las fuerzas en lucha a nivel continental y mundial, en la perspectiva de construir el Frente Antiimperialista Internacional.
  3. Construir consenso en relación a la necesidad de preservar la paz en el continente, tal y como lo decidieron los jefes de Estado en la Cumbre de la CELAC realizada en La Habana (2014), el rechazo a su militarización y por ende, a la presencia de bases militares de la OTAN.
  4. Promover el socialismo como la alternativa de los pueblos ante la crisis general del capitalismo.
  5. Diseñar un plan orientado a obtener victorias político-electorales en los diversos países de Nuestra América.
  6. Ante la arremetida del imperialismo y el uso de la violencia reaccionaria en contra de las conquistas populares y de la clase trabajadora de la ciudad y el campo en la región latinoamericana y caribeña, el FSP reivindica el derecho de los pueblos al empleo de todas las formas de lucha de masas en la defensa de los gobiernos antiimperialistas, su soberanía e integridad territorial.
  7. Promover mecanismos de solidaridad y complementariedad que reimpulsen alternativas de integración regional mediante el intercambio en materia económico-productiva entre los partidos políticos y movimientos sociales del FSP, en articulación con los gobiernos progresistas que coincidan con los objetivos que nos planteamos, para lo cual se propone la creación de una comisión permanente de carácter Económico y Financiero (con sus estatutos y reglamento de funcionamiento) del Foro de Sao Paulo, con sede en Caracas y reuniones trimestrales durante el año 2019 y 2020.
  8. Impulsar la conformación de diversas formas organizativas que promuevan y articulen la solidaridad con Venezuela y con todas las luchas desarrolladas por los pueblos, sus organizaciones políticas y sociales, y gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe.
  9. Apoyar solidariamente el Panafricanismo como mecanismo de lucha contra el imperialismo, el neoliberalismo y como precursor de un mundo pluripolar. 
  10. Promover la constitución de un movimiento indígena continental que asuma un enfoque anti-imperialista y levante las banderas contra el neocolonialismo.



PROPUESTA PARA LA AGENDA DEL FSP
En ese orden de ideas, los partidos políticos de la delegación de Venezuela que asisten al FSP proponemos:
  1. Celebrar y respaldar que los partidos miembros del Foro y sus invitados especiales con responsabilidades gubernamentales, organicen una Conferencia Internacional para promover el respeto al derecho internacional, impedir la aplicación de medidas coercitivas unilaterales y coadyuve a neutralizar su pretendido carácter extraterritorial, contrarrestando así los múltiples efectos de la agresión imperialista contra los pueblos y determine aquellas acciones que constituyen delitos de lesa humanidad, que puedan ser denunciados como tales ante las instancias internacionales competentes.
  2. Respaldar de manera decidida la propuesta de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, capítulo Venezuela, de llevar al mundo la denuncia de las agresiones del imperialismo y el gran capital contra el pueblo bolivariano y se dispone a colaborar como plataforma de apoyo, según lo disponga la Red.
  3. Acoger la propuesta de la “Catedra Permanente Bolívar Vs Monroe” como espacio para el estudio e investigación de la realidad de la región.
  4. Profundizar los esfuerzos de los pueblos y gobiernos, partidos políticos y movimientos sociales del FSP, para sostener y mantener en alto las banderas de la unidad e integración latinoamericana y caribeña, condición necesaria para el desarrollo soberano e independiente de nuestras economías, avanzar en la liberación nacional y abrirle perspectivas ciertas a la construcción del socialismo en nuestro continente; debiendo retomar el rumbo de la cooperación, la solidaridad, la complementariedad y ayuda mutua entre las naciones, a fin de encarar los grandes problemas del desarrollo independiente capaz de superar las condiciones de pobreza y desigualdades propias de la sociedad capitalista dependiente latinoamericana y caribeña; al mismo tiempo que ratificamos la línea de inclusión social, que no solo ha sido desplegada por los gobiernos progresistas del área, sino que es una de las columnas vertebrales de las políticas del movimiento popular del continente.
  5. Impulsar un plan unitario de lucha contra el colonialismo vigente en Nuestra América.
  6. Asumir la unidad en la diversidad de los partidos y movimientos sociales del Foro de Sao paulo como un componente esencial para pasar a la ofensiva y recuperar espacios de gobierno en la región.
  7. Los partidos revolucionarios de Venezuela que participamos de este XXV Encuentro del Foro de Sao Paulo, asumimos la tarea de trabajar intensamente por la unidad de todas las fuerzas populares y patrióticas, paso decisivo para alcanzar la paz, la soberanía y la prosperidad de nuestros pueblos.



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